Mi casa es un tanto peculiar. En la cocina tenemos setenta cucharitas de distintas formas y tamaños, porque en esta familia nos encanta comer helado, pero también somos impacientes. Las cucharitas se rompen seguido, o se doblan como si tuvieramos poderes mentales. Compramos veinte cucharitas nuevas por semana, porque sacamos el helado congelado y no lo podemos comer. Pero tampoco podemos esperar. ¿Ya les dije que nos encanta comer helado?