Un día ha sido asesinado.
Los seis restantes se reúnen
y componen una triste melodía
de lágrimas secas y notas húmedas.
Están consternados,
preocupados,
sumidos en abominable paranoia.
Desconfían el uno del otro
y ninguno se presenta al velorio
de un hermano,
un amigo.
Seis días quedan en la semana,
enemistados entre ellos.
Lunes de lluvias negras
y Martes melancólicos.
Un jueves desconsolado
junto al aterrado Viernes.
El Sábado,
colmado de pensamientos suicidas,
se encierra en su morada
mientras que su hermano,
Domingo
golpea la puerta
hasta que le sangran los puños.
El sol se esconde,
está de luto,
con su vestido de sombras
y un manto oscuro
que opaca su brillo.
La semana se ha roto,
y ya nada queda.
El mundo se apaga,
la luz se extingue
y un astro asesino ríe
al afilar su puñal
frente a la tumba del Miércoles
que robó descaradamente
el corazón del sol.
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Nota: Sé que el post anterior también fue una poesía, pasa que las encontré en el disco externo (nunca las había copiado a mi computadora). Apenas tenga algo nuevo para subir, lo haré jaja. Me estoy dedicando más a las novelas que a los textos cortos.