Anoche no pude dormir, tu recuerdo me perseguía, así que por la mañana me preparé un café para poder mantener la eficiencia en mi trabajo. El primer sorbo me recordó a vos, porque no tenía azucar; era amargo, al igual que el último beso que me diste antes de decir adiós. Deprimida, le puse varias cucharadas de azucar y bebí otro sorbo que también me recordó a tí; a la dulzura de tus palabras y al primer beso que nos dimos. Al final, dejé el café sobre la mesa y me fui.